
Hay historias que no sé cómo empezar a contar. Siempre he dicho que desde mi escritorio, desde la realidad que me circunda, desde mi cotidianidad y la de mis amigos el mundo se hace estrecho, la vida real está fuera de la burbuja en la que nos desenvolvemos. Por eso agradezco cuando el trabajo me lleva a otras latitudes porque se enriquecen mi sensibilidad y mis reflexiones, me nutro de experiencias ajenas que se convierten en argumentos sólidos, y encuentro respuestas que superan los perjuicios, las frases hechas, la liviandad moral que circula en las redes sociales.
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