Montessori

Mi hijo escupe

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Un buen día, pasado los dos años de edad, G. comenzó una especie de juego que no me gustó nada. Cuando estábamos comiendo, tomaba jugo o agua y devolvía el líquido de su boca al vaso. Le producía mucha risa hacerlo. Mi primera reacción fue abrir los ojos como platos y decirle que el agua se tomaba, que podía atrancarse y ya no recuerdo que más. Mi intención fue parar ese comportamiento nada agradable. Pero frené mi ímpetu. Sé que siempre hay algo detrás. Entonces, me detuve a observar. 

Hubo días en que no pasaba nada. Pero otros en que lo hacía insistentemente, siempre al final de las comidas. Al poco tiempo noté que se servía un vaso de agua solo para tomarlo y devolverlo, una y otra vez, de su boca al vaso. Lo mismo pasó en la ducha: se llenaba la boca de agua y la botaba como si fuese una fuente. Me acordé que su profesora de natación me había advertido que era muy importante que hiciera esto para que comenzará a nadar con la cabeza bajo el agua. Me pareció francamente increíble constatar una vez más cómo los niños tienen el chip incorporado de todo lo que tienen que lograr y aprender por sí mismos para, luego, desarrollar actividades más complejas. Respiré aliviada porque si no hubiese respetado este momento desagradable de juego en las comidas, este paso no se hubiera cumplido. Sin embargo, lo mejor estaba por venir.

Después de practicar y practicar la expulsión de líquidos, un buen día G. escupió. De la nada, parado en su torre de aprendizaje, sonrió y escupió. Nuevamente mi perplejidad y autocontrol se tomaron de la mano. “¿Y eso? ¿Estás escupiendo?”, le dije. Nueva palabra para su vocabulario, nueva acción a desarrollar. “Escupiendo”, repitió y lo volvió a hacer. Así anduvo un par de días hasta que me di cuenta que debía canalizarlo hacia una actividad real y práctica. Cuando di con ello: ¡Bingo! ¡Sonaron mis propios fuegos artificiales!

Como ya sabía escupir, entonces, ya podía usar pasta de dientes con flúor. (Antes no se puede porque –precisamente- los niños no saben escupir y si se tragan pueden tener fluorosis en los dientes definitivos). Durante unos días practicamos con su pasta de siempre, le enseñé a enjuagarse la boca, a identificar hasta dónde llenar el vaso con agua, etc. A los tres días comenzamos con la pasta de flúor y fue un éxito, le costó unos días familiarizarse con el nuevo sabor. Como la acción de escupir encontró su momento, lo dejó de hacer en otras ocasiones. Ahora, puede cepillarse los dientes hasta cinco veces al día y se divierte enjuagándose la boca y escupiendo la espuma. Es un gran logro para él no tragársela durante el cepillado.

Nuestra rutina de aseo bucal la seguimos haciendo juntos. Primero lo hace él: pone la pasta en su cepillo y agua en el vaso, lava su cepillo y espera a que yo terminé de lavarme. Siempre me observa y dice lo que ve: lo que más menciona es que no me trago la espuma. Cuando yo termino, lo cepillo y le canto: los dientes de arriba se cepillan hacia abajo, los dientes de abajo se cepillan hacia arriba, las muelas en forma circular y la lengua para terminar. Él se enjuaga, se seca y deja todo en su lugar.

Finalmente, escupir fue una actividad divertida para él y para mí. Es bueno saber que todo siempre puede ser conducido creativamente hacia un propósito.

Si quieres consejos iniciales, aquí encontrarás información sobre nuestra visita a la odontopediatra y la limpieza inicial. En este video encontrarás un resumen de todo.

¡Hasta la próxima semana!

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2 comentarios en “Mi hijo escupe”

  1. Ayyy encontré tu publicación porque mí hijo de 2 años exactos empezó a escupir la comida,.y cuánto más o tentó corregirlo más lo hace, riendo! Me has dado excelente idea con la pasta dental, y que así pueda canalizar esta nueva acción! Muchas gracias por compartir tu experiencia 😚,

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