La dentición comienza antes de que podamos ver el primer diente. En la mayoría de niños aparecen entre los seis y siete meses pero hay a quienes le salen antes (3-4 meses) o mucho después: cuando ya tienen un año. Son casos normales. La aparición de los dientes supone una serie de nuevas acciones: ¿qué hacer ante los mordiscos?, ¿cómo limpiar los dientes?, ¿hay síntomas?, ¿cuándo visitar al odontopediatra? De nuestra experiencia y aprendizaje hablaremos en esta nota.
Primera perla blanca
El primer diente de G. brotó en la encía inferior, a los siete meses pero mostró «síntomas» semanas antes: comenzó a babear mucho y a morder sus cobijas o juguetes (los bebés sienten mucha picazón por eso muerden). Lo ayudé de tres formas: le compré cepillos de dientes de silicón (para primera dentición). Morderlos le daba alivio y, además, me ayudó a crear el hábito de limpieza bucal desde muy temprano. También le di mordedores fríos para aliviar su malestar y le hice helados de leche materna. ¿Cómo? Me extraía un poco de leche y la congelaba en pequeñas cucharas que se las daba cuando lo veía babear mucho.

Los mordiscos
Un bebé amamantado que está en proceso de dentición va a morder y a pedir lactar más de lo acostumbrado. Literalmente puede dormir colgado al pecho. Más, cuando salen dos dientes al mismo tiempo o cuando comienzan a brotar las muelas. Para ayudarlo con el dolor (me daba cuenta porque lactaba más, comía menos y me mordía) le ponía tópico bucal especial para bebés. Y, como ya comía, le daba fruta fría para que lo ayudará a sentirse mejor. Frente a los mordiscos, la risa fue el remedio infalible: le hacía cosquillas y me soltaba inmediatamente, le explicaba -con sonrisas y sin enfado- que me dolía y le ponía tópico bucal. No tuvimos mayores problemas. Nunca me lastimó con sus mordiscos.
El cepillado
Con cuatro dientes a su haber y once meses de vida, fuimos a la odontopediatra. Andrea nos dio, más que nada, una larga charla sobre higiene bucal y cuidados. Nos explicó, por ejemplo, que las caries son muy frecuentes en niños pequeños por la ingesta de azúcar. Mientras más caramelos, dulces y preparados con azúcar coman, más propensos a las caries son. Muchos afirman que la lactancia nocturna también causa caries por el azúcar que contiene. Pero no es cierto, no hay evidencia científica como lo afirma la Asociación Española de Pediatría. Así que hay que cuidar a los niños de los dulces y procesados pero no de la lactancia materna. Además, si los niños con dificultad abren o permiten que les toquemos dentro de su boca, curarles una caries puede resultar muy traumático.
Los consejos de Andrea fueron muy importantes:
- Nos recomendó usar una pasta de dientes para bebés sin flúor. Los bebés no pueden escupir. Comienzan a hacerlo desde los tres, tres años y medio. Si usan pasta de dientes con flúor se la comen y pueden sufrir de fluorosis dental (los dientes definitivos crecen con manchas oscuras): es la hipomineralización del esmalte cuya causa es la excesiva ingesta de flúor durante el desarrollo de los dientes.
- El cepillado debe realizarse tres veces al día para crear un hábito. Mejor si el bebé lo hace por sí mismo. La limpieza real de los dientes se realiza con una gasa o tela. Los cepillos, a esta edad, y dado que no permiten que nadie toque su boca, no ayudan a una limpieza adecuada. Es cierto que al principio, a G. no le gustaba que le limpie los dientes con la gasa. Cepillarse los dientes nunca fue un problema porque lo venía haciendo desde los cuatro meses. La gasa fue una conquista: poco a poco, lo que él me permitiera, sin presiones, sin llegar al llanto. Ahora, con dos años, sabe que la limpieza bucal termina con el uso de la gasa.
- Debe usarse hilo dental. También como parte del aseo cotidiano, para crear el hábito y más si el bebé tiene los dientes muy juntos.
- En cuestión de alimentación, el BLW, la alimentación libre de papillas también fue su recomendación: que los niños aprendan a morder incluso sin dientes hace que las raíces de sus dientes se fortalezcan. Morder una manzana por sí mismos los ayuda, además, a la higiene bucal: el sarro se limpia. Además, como en BLW se evitan los jugos de frutas y se prefieren las frutas completas, la ingesta de azúcar (la fruta convertida en jugo es mayoritariamente azúcar antes que nutriente) se reduce y el riesgo de contraer caries, también.
- Los carbohidratos son los mayores causantes de sarro. Si el niño come muchos carbohidratos debemos tener más atención a su limpieza bucal.
- Nuestra cita terminó con G. jugando y tocando las turbinas para que no temiera al ruido y la recomendación de que cuando todos los dientes y muelas hayan aparecido (a partir de los dos años) hiciéramos una consulta para aplicarle una protección de flúor (esto sí es lo adecuado y aún tenemos pendiente esa cita). De igual forma, debíamos regresar si en alguno de sus dientes aparecía alguna manchita.
Ambiente preparado
Es importantísimo hacer el proceso junto a los niños. Ellos aprenden de nosotros, imitan lo que hacemos, quieren hacer lo que nos ven hacer. Por eso nos cepillamos los dientes juntos, usamos el hilo dental y dejamos todo en su lugar. G. se sube a su banquito, moja el cepillo, pide ayuda para poner la pasta en el cepillo, pide –siempre- más pasta, juega con el cepillo y, por supuesto, se come la pasta de dientes. Ahora ya se cepilla bien la lengua. Mientras hace todo esto, yo lo miro y cepillo mis dientes para que él me imite. En cuanto termina me deja que le cepille. Aprovecho y le explico cuál es el movimiento: los de abajo hacia arriba, los de arriba hacia abajo, las muelas en forma circular. Tan tan. Con paciencia y constancia se crean hábitos y no es necesario obligar o causar lágrimas. El tiempo nos lo ha ido demostrando.
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