Maternidad, Montessori

En defensa de los niños

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No hay niños difíciles, agresivos o con carácter fuerte. No hay niños rebeldes ni malcriados. No hay niños malos, groseros o desobedientes. Lo que hay, lo único que hay, son niños luchando por ser niños en un mundo con adultos queriendo un comportamiento específico de ellos. Pero ¿qué pasa cuando un niño rompe todo, grita sin parar y desata su furia? ¿Es falta de límites? ¿Es responsabilidad de los padres?  Sigue leyendo «En defensa de los niños»

Maternidad, Montessori

Tres años

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Primera escena

«Me picó un mosquito. Ponme crema, por favor». Miro la mancha roja del picado en su mano. No digo nada. Me doy vuelta y me dirijo a buscar la crema. «¡No! Contigo». «Vamos», le digo mientras extiendo mi mano. «¡No! Upa». «¿Tienes sueño?» «¡No, tengo hambre!» Tomo la crema y… «¡No! Yo, yo.» Le entrego el tubo de crema. Sonríe. Lo abre y me lo devuelve abierto para que le ponga la crema. Intento sentarme en la cama para ponérsela y me detiene en seco: «¡No! En el sofá.» Vamos al sofá. Me siento, intento ponerle la crema. «¡No! Yo me pongo.» «Me diste la crema para que te la ponga», le recuerdo a modo de disculpa. Al final un poco se pone él y un poco se la pongo yo.  Sigue leyendo «Tres años»

Maternidad, Montessori

El berrinche de mamá

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G. tiene una canasta llena de pelotas de diversos colores y texturas. Son, más o menos, cincuenta pelotas. Esa canasta, un buen día, se convirtió en asunto de conflicto. Todas las noches, antes de ir a dormir, él las regaba por el suelo, yo lo animaba a recogerlas, él se negaba a hacerlo. Lo dejaba pasar mientras arreglábamos alguna otra cosa y cuando decía: “ahora, a recoger las pelotas”, se paraba en una esquina, me veía y no se movía. Se volvió un reto: opté por esperarlo, nada; le pedí que me las pasara pero me veía con indiferencia; le expliqué que mientras las pelotas estuviesen en el piso no podíamos pasar a otra actividad, que debíamos cerrar una para seguir con otra, nada. No había manera de que las recogiese y yo no entendía qué pasaba. Él siempre había sido muy ordenado y no había –hasta entonces- necesitado pedirle siquiera que recogiera algo porque lo hacía por su propia voluntad. Su negativa era solo con las pelotas porque si se le había olvidado alguna otra cosa fuera de su sitio, bastaba con hacérselo notar para que lo pusiera en su lugar. Pero ¿y las pelotas? Sigue leyendo «El berrinche de mamá»

Maternidad

Callar, amar y recibir

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Como El monstruo de colores, un niño de dos años tiene las emociones confusas. El personaje del bello cuento de Anna Llenas no distingue el miedo de la tristeza ni la rabia de la alegría. Entonces, hay quien lo ayuda a poner sus sentires en orden, a distinguirlos, a representarlos con un color. Así es un niño de dos años: un revoltijo de emociones.  Sigue leyendo «Callar, amar y recibir»