
El mejor amigo de G. está por cumplir años. Él eligió el regalo. Estaba tan emocionado que su impulso obvio y legítimo fue querer contárselo en cuanto lo viese. Le dije que debía ser una sorpresa. G. ama las sorpresas. Pero insistió en que podía entregársela ese mismo día. Así que, por primera vez, le dije que no podía decir nada, que era un secreto. ¡¡Sí, un secreto!!, gritó emocionado. Sonreí y supe que había llegado el momento en que debía explicarle todo sobre los secretos.
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