Maternidad

Una nalgada a tiempo

woman-1006100_1920

No, no voy a escribir a favor de los golpes. Voy a reflexionar sobre lo que esconde esa frase y del daño que hace. Parto por afirmar que enseñar o poner límites con golpes no es educar, es obligar al otro a actuar como uno quiere en base al miedo. Simplemente imagínense a un niño pequeño, la fragilidad de su cuerpo. Miren a ese niño recibiendo la potencia y la furia de un adulto que descarga sobre él hasta cuatro o más veces el peso de su cuerpo. ¿Les parece –por poner lo menos- una relación equilibrada de fuerzas? ¿Qué pasaría si ese niño no fuese un niño sino un adulto igual o más corpulento? Probablemente, el miedo a recibir el golpe de regreso nos detendría.  Sigue leyendo «Una nalgada a tiempo»