Maternidad

Matrioskas

wave-320755_1280Cuando crees que te las sabes todas, no sabes nada. La maternidad, como la vida, es un aprendizaje continuo. Cuando triunfas en la batalla por el cambio de pañal o encuentras la crema perfecta contra la escaldadura o al fin sabes lo que significa un balbuceo específico, aparece algo nuevo y ni siquiera sabes que es nuevo. Basta con traducir mal un llanto. Y tras el error, viene la culpa.

Hace poco G. tuvo laringitis y después de cinco días de fiebre, en el momento en que protestaba porque intentaba darle su medicina (que hasta entonces se la había tomado perfectamente) vi en su boca una enorme llaga, un afta, un fuego bucal, una úlcera bastante grande para su pequeña boca. Consecuencia de la fiebre, me dije. Era de noche, estaba por dormirse y ya no podía hacer mucho pero tampoco sabía qué hacer.

Al día siguiente, le pude limpiar con una mezcla de agua oxigenada con bicarbonato, le puse violetas de genciana y tópico bucal (el mismo que se usa para evitar dolores de la dentición), como me lo recomendó una mamá amiga. Lo duro vino luego: la culpa. ¿Por qué no me di cuenta antes? ¡Claro por eso no quiso comer, por eso lloró cuando le puse justo ahí, en la llaga, el gotero para darle la medicina! ¿Cuánto tiempo llevará con ese fuego? ¡Ese repentino llanto nocturno era porque se ponía de lado y se apretaba el cachete! ¿Cómo no me di cuenta antes? ¿Por qué no lo revisé? ¿Cómo no pude darme cuenta antes? Y en medio de este juicio en el que, de partida me condeno sin derecho a defensa, algo de autocompasión y autocomprensión aflora, intento entenderme y justificarme pero me gana el sentimiento de culpa.

En esos momentos, solo otra mamá dispuesta a aceptar lo que le cuentas, con humildad y empatía, te comprende y te sostiene, se ríe y te dice: “a mí también me pasó”, o se pone a llorar contigo porque, aunque no le haya pasado, solo ella puede entender cada matiz de tu dolor, tu culpa y tu frustración. Solo ella conoce el miedo que sientes al imaginarte que hubiese sido si ese pequeño error era más grande. La maternidad en lo esencial nos devuelve la mirada hacia lo simple y a partir de ahí nos hacemos cuestionamientos profundos.

Esa mamá, en mi caso, son muchas mamás. Cada día agradezco su presencia, que compartan conmigo sus pequeños y grandes problemas cotidianos porque me enseñan a estar alerta pero también porque me demuestran lo vulnerables que somos y que nos sentimos. Las mamás de mi chat de lactancia me han enseñado cómo descubrir una otitis, me dijeron cómo bajar la fiebre muchos meses antes de que G. tuviera alguna, me han alertado frente a las alergias, me abrazan a la distancia durante las malas noches y me consuelan, una y otra vez me consuelan, ante la duda o el remordimiento. Gracias a ellas sé que no estoy sola, que tengo una tribu de mujeres que cría conmigo, que intentan cada día ser un poco mejor para sus pequeños, que sí hay mamás que se equivocan y que, pese a la vergüenza, tienen la generosidad de reconocerlo. Esas mamás están presentes de madrugada, durante un feriado, están ahí siempre y su aliento es mi aliento. Cada una alberga, como una matrioska, el corazón de todas.

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5 comentarios en “Matrioskas”

  1. Hola….Me gustaría ser parte del chat de la lactancia. Tengo una nena de 5 meses….Y me alegra saber que la mayoría de las cosas que me pasan y los sentimientos tan profundos que ahora vivo no solor me pasan a mi. Gracias por la sinceridad .

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    1. Cinthia: muchas gracias por escribir. No soy la administradora del grupo y, por varios motivos, desde este año no se han incluido nuevas mamás. De todas formas, voy a averiguar cuándo y cómo se incluirán nuevas personas. Cuéntame de dónde eres, por favor.

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