El acceso restringido a las pantallas ha cambiado conforme mi hijo ha crecido. Hasta el año, por ejemplo, el contacto fue casi nulo. No había televisión ni videos, mi teléfono estaba siempre silenciado (hasta ahora) y fue la norma para quienes nos visitaban (aún ahora la mantienen; se acostumbraron). ¿Cuál era el contacto? El inevitable: sabía que le tomaba fotos o lo filmaba y le gustaba verse. Filmarlo fue una buena opción para que se dejara cortar las uñas, por ejemplo. Tengo cientos de videos que muestran esa rutina. Él se veía en la pantalla y jugaba conmigo a darme y quitarme los dedos de su mano. Sigue leyendo «¿Por qué no vemos televisión? (2)»