Estuve muchos meses cuestionándome los momentos en los que alzo la voz. Casi siempre era porque algo me impacientaba o me asustaba. No me gustaba. Había algo en esa manera de expresar las emociones que no me parecía adecuado, menos aún con un bebé cerca. Ya de por sí ellos recurren al grito para manifestar su frustración, y si tienen cerca a alguien que lo hace cuando se molesta, el mensaje es claro: así se expresan las emociones. Necesito aprender a hablar pausadamente en esos momentos, me dije una y otra vez. Necesito silencio. Sigue leyendo «Lo que me regaló el silencio»