Desde que iniciamos la alimentación complementaria, me preocupó lo que vendría después del año, una vez que ya pudiera incluir en la alimentación azúcar y sal. La sal no me preocupaba tanto como el azúcar. A los niños, cualquier persona les ofrece -sin mucho pensarlo- pasteles, caramelos y jugos con altísimos contenidos de azúcar. En lo personal, no la consumo desde hace quince años porque es nociva: no solo es la gran causante de caries si no también de obesidad y malnutrición infantil pero también genera una adicción enorme: da un subidón de energía y cuando desaparece, se quiere más.